La cojera del presidente Uribe por cuenta de la caída de una de sus bestias fue una de las noticias más sonadas de la semana.

Rengueando por el desliz se lo vio ayer en el Congreso de Infraestructura, en Cartagena; el miércoles, en los premios Portafolio; el lunes, en una reunión de 6 horas con la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores... Y hoy lo esperan en Yopal.

Sin embargo, por un "quebranto de salud" no asistió el jueves a la cumbre convocada en Manaos por su homólogo de Brasil para que los países de la cuenca amazónica adoptaran una posición conjunta de cara a la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15).

En su 'favor' habría que decir que todos los mandatarios invitados, con excepción de los de Francia -el menos amazónico de todos- y Guyana, también tenían cosas más importantes que hacer.

La desconexión entre la política y el medio ambiente es flagrante. Y lo peor es que eso no sorprende a nadie, como si la ecología fuera un tema de hippies y 'mamertos' y no un asunto de Estado.

El miércoles -por ejemplo-, el mismo día en que la Casa de Nariño emitió un comunicado con el título 'Colombia se esforzará por lograr acuerdo ambicioso en la Conferencia de Copenhague', para compensar su plantón al presidente Lula, el Ministro de Ambiente y otros funcionarios acudieron al Senado para explicar la posición que el país defenderá en la capital danesa dentro de ocho días.

Con excepción de los fanáticos del Canal Institucional, ¿alguien se enteró? ¿Por qué no es noticia lo que el Gobierno hará en la cumbre política más importante del año?

Volviendo a los políticos, llama la atención que la senadora Nancy Patricia Gutiérrez, abanderada de lo ambiental y convocante del debate, no sepa que el representante David Luna lleva un año tratando de montar una red de congresistas 'verdes'.

Paradójicamente, el tema del cambio climático, que exige determinaciones inmediatas que comprometen el futuro de la humanidad, lo dejamos en manos de los políticos, un gremio acostumbrado a tomar decisiones veleidosas o, en el mejor de los casos, con una perspectiva de 4 ó 6 años máximo. Y, ojalá, populares.

Mientras al Presidente de Francia le interese más el Amazonas que al de Colombia o al de Venezuela, probablemente no habrá COP que valga.


Fonte: BERNARDO BEJARANO/ REDACCIÓN EL TIEMPO