Para desgracia de nuestro planeta, las pérdidas en biodiversidad y sus secuelas de daños al entorno natural han seguido creciendo inconteniblemente. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, IUCN, con sede en Suiza, no se han cumplido –ni de lejos– las metas de conservación previstas hace ocho años.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en próximas sesiones, tratará por vez primera el acuciante problema de preservar la diversidad de especies vegetales y animales. Tras la Asamblea, en octubre y en Japón, se llevará a cabo la reunión de la IUCN con el propósito de convertir en planes concretos y nuevas metas cuanto resuelva la Asamblea de la ONU, organismo que declaró al 2010 como el Año Internacional de la Biodiversidad.

Siendo Ecuador uno de los países de muy alta biodiversidad pero también de muy escasos recursos dedicados a preservar la naturaleza, es de esperarse que esté debidamente representado en los cónclaves mencionados. Desde luego, su participación no debería reducirse a que una o más personas asistan a tales actos, cuanto a la presentación de informes, proyectos y requerimientos de ayuda económica. Es previsible que la oportunidad sea propicia para insistir en el proyecto Yasuní, que de concretarse evitaría riesgos potenciales a una de las mayores riquezas en variedad de especies no solo del país sino del mundo.

Según la IUCN, los índices de pérdidas de la biodiversidad planetaria son alarmantes.

Se estima que el peligro de extinción alcanza a 47.700 especies: 12% del total de las aves del mundo, 21% de los mamíferos, 30% de los anfibios, 27% de los corales que forman arrecifes, 35% del total de coníferas y cicadáceas, más un alto porcentaje del resto de la flora mundial.

En cuanto a lo que ya ha ocurrido, los datos son funestos: la flora silvestre se ha extinguido el 30% desde el año 1970, los manglares se redujeron a un ínfimo 20% de su extensión total desde 1980 y la vegetación marina se ha extinguido el 29%. Al destruirse bosques primarios, se han exterminado no solo incontables árboles centenarios, sino muchísimas otras especies vegetales que conviven y dependen de estos, las así llamadas especies epifitas, pero igualmente se han extinguido infinidad de especies animales, desde hormigas y otros invertebrados, hasta aves y especies superiores como ciertos monos.

En reuniones venideras los organismos internacionales fijarán metas a cumplirse en plazos de 10 y 40 años. Se estima que detener o cuando menos reducir la pérdida de biodiversidad requiere de un considerable aumento de recursos económicos, en especial para ayudar a los países del Tercer Mundo. Se considera que el grupo de los 31 países más avanzados y desarrollados (también los que más han contaminado al planeta) agrupados en la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo, debería aportar con el 0,2% de su producto interno bruto, a más del 0,5% que en la actualidad destina a la cooperación para el desarrollo.

Creemos que es de urgente y necesaria justicia que así procedan.


Fonte: El Universo/ Plutarco Naranjo